Largometraje, Ficción, 2010, 98 min.
Panchito es un niño cojo y jorobado, hijo de padres incestuosos. Su padre fue ejecutado por la comunidad, su madre vive con él en los cerros. El niño deambula buscando a su padre, llamándolo lastimeramente. Un comunero convence a la madre de Panchito para vivir juntos. Ella acepta, pero el comunero trata mal a Panchito, a quien llega a azotar brutalmente. El niño, que evidencia una cierta lubricidad, conoce a una joven de otra comunidad y tiene relaciones sexuales con ella. También empieza a mostrar gestos de una ira contenida que en cualquier momento puede desencadenarse. En efecto, Panchito mata una gallina, luego a su padrastro con una horquilla de labranza, y a su madre. Es perseguido y apresado por la comunidad, vestido con hábito franciscano, encadenado
a un poste en el centro de la plaza, azotado y, finalmente, quemado hasta morir. La lluvia apaga el fuego y, caída la noche, Panchito retorna a este
mundo como condenado, se desata del poste y empieza a matar gente en la comunidad. El alcalde, quien ha liderado el linchamiento de Panchito, es presa de pánico. Panchito lo encuentra, lo destripa a mordiscos y cuelga sus vísceras de los árboles. La única solución para que Panchito deje de ser un condenado es ofrecer un sacrificio. La comunidad ofrece como sacrificio a un niño inocente, el único amigo que tuvo Panchito cuando estaba vivo. El niño es quemado vivo. La comunidad parece que se ha
librado del condenado, pero hace su aparición en el pueblo la joven de la comunidad vecina con quien Panchito tuvo relaciones sexuales. Ella está embarazada. Un flashback nos revela que es hermana de Panchito. Ella lleva en su vientre a otro hijo del incesto, a otro hijo de un condenado.
(Reproducido de Las miradas múltiples. El cine regional peruano, por E. Bustamante y J. Luna Victoria, 2017, p. 205. Universidad de Lima, Fondo Editorial.)
Supay, el hijo del condenado
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